miércoles, 9 de marzo de 2011

Cuando la "justicia" no es justa...

Situación A: dos personas depositan varias bombas en un barco de uso civil que está atracado en un puerto extranjero, causándole la muerte a una de las personas que se encontraba en el barco.

Situación B: varias personas realizan un acto pacífico de protesta durante una reunión de líderes internacionales, para reclamar una actuación internacional más contundente respecto al mayor problema que actualmente afronta la Humanidad: el cambio climático.

Las dos personas de la situación A fueron condenadas a pasar 3 años recluidas en una base militar, aunque finalmente sólo pasaron unos meses, alegando que padecían una enfermedad que necesitaba tratamiento médico. Las personas de la situación B aún no han sido juzgadas, pero por el momento, la fiscalía ha pedido una pena de 3 años de cárcel para ellos (al margen de que ya pasaron 20 días en prisión preventiva).

Las personas de la situación A son los terroristas franceses Alain Marfart y Dominique Prieur, quienes el 10 de julio de 1985 colocaron dos bombas en el Barco de Greenpeace "Rainbow Warrior", que estaba atracado en el puerto neozelandés de Waitemata, causándole la muerte al fotógrafo portugués Fernando Pereira.

Como habrá podido suponer, las personas de la situación B son Juan López de Uralde y otros activistas de Greenpeace, quienes el 18 de diciembre de 2009 se colaron en la cena de gala de líderes mundiales que se celebraba en el marco de la Cumbre del Clima de Copenhague, desplegando dos pancartas con el lema: "Los políticos hablan, los líderes actúan". Ahora, la fiscalía danesa, aplicando el medieval agravante de la "presencia de la Reina", pide 3 años de cárcel para ellos (1 por allanamiento de morada y 2 por falsificación), es decir, la misma que la que se fijó para los terroristas franceses.

Estos hechos vuelven a recordarnos que el ser humano, y por extensión, las instituciones y normas creadas por éste, es un animal imperfecto y falible. Un sistema que impone la misma pena a unos terroristas asesinos y a unos activistas pacíficos que buscaban llamar la atención sobre la inactividad política ante el cambio climático, es un sistema que no funciona. Si quienes asesinan por dinero y quienes se cuelan en una gala movidos por el bien del planeta, son castigados igual, algo no va bien. Y cuando esto pasa, la única respuesta digna es la movilización y la protesta pacífica, hasta lograr que la "justicia" sea lo más justa posible.

1 comentario:

  1. Este es uno de los casos más injustos de los últimos tiempos. Injusto no sólo por la petición de penas, injusto sobre todo porque se castiga y pena a personas que son conscientes del negro futuro que nos espera y que están buscando medios para evitarlo o minimizarlo. Espero que algún día alguien sea capaz de poner a todos los gobernantes actuales ante un tribunal internacional para que paguen por no haber hecho nada cuando aún se podía.

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